San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 25 de julio de 2012

Santiago Apóstol




         “¿Podéis beber del cáliz que Yo he de beber?” (Mt 20, 20-28). La madre de los hijos de Zebedeo –Santiago y Juan-, pide a Jesús un puesto de honor para sus hijos. Aunque a primera vista parece ser una pretensión mundana, lo que pide esta madre para sus hijos, es la Cruz de Jesús, lo cual se ve confirmado con la respuesta que ellos dan a la pregunta de Jesús de si pueden beber del cáliz que Él ha de beber: “Podemos”.
         Éste es el ejemplo que nos deja Santiago Apóstol: en vez de pretender puestos de honor mundano; en vez de pretender acercarnos a los poderosos del mundo para obtener de ellos indignas prebendas de un cristiano, como poder, riqueza, bienes materiales, honor y fama mundana, los cristianos debemos postrarnos ante Jesús para pedir beber del cáliz de la amargura y participar de sus mismas penas. En otras palabras, debemos pedir participar de la Cruz de Jesús, porque es eso lo que colma al corazón de felicidad, en esta vida y en la otra, y no por las penas, las amarguras y la cruz en sí mismas, sino porque el Hombre-Dios las ha dulcificado al asumirlas para sí y ponerlas en contacto con su Divina Persona.
         Como a Santiago Apóstol, también a nosotros nos pregunta Jesús: “¿Podéis beber del cáliz que Yo he de beber?”. Junto a Santiago Apóstol, decimos: “Podemos”.

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